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domingo, 9 de octubre de 2011

Siempre.

Todo era poco. Siginificaba para ella más de lo que nadie se podía imaginar, era su guía, su amiga, su  mejor amiga. Se conocían tanto que con solo mirarse ya sabían lo que estaban pensando cada una, sí, esas miradas de complicidad que sólo tienen el gusto de poder compartirlas ciertas personas. Se leían el pensamiento, acababan las frases de la otra. Era sorprendente.
Había problemas, claro como en todas las amistades, y cuando pasaba eso, jodía, jodía muchísimo, pero al final volvían a estar como siempre porque no podían evitarlo, más de un día enfadadas? imposible.
Cuando alguna caía, lloraba o se hundía la otra siempre estaba ahí para cogerla al vuelo antes de que tocara fondo.
El aire lleva a las hojas, las sostiene al vuelo siempre que sopla, y no deja que caigan, sólo caen cuando éste deja de soplar..
En una amistad es exactamente igual, se llevan la una a la otra como el aire y la hoja, y no se dejan caer, porque la amistad se basa en eso, en que cuando caes, ellos, pase lo que pase, te levantan.
Pero ya podrá ser verano, 4o Grados,y  no moverse ni una mota de polvo, que para ellas, el viento nunca dejará de soplar.